jueves, 13 de mayo de 2010

Coria del Río.


La historia del municipio sevillano de Coria del Río está marcada por el Guadalquivir, el río que bañas sus tierras y por el que llegaron fenicios, tartesos, romanos y árabes. Los numerosos restos arqueológicos encontrados en la zona son prueba inequívoca de la presencia en sus tierras de dichas culturas.

Carpintería de Ribera.


El Guadalquivir también es protagonista de los enclaves naturales más interesantes de Coria del Río, entre los que se encuentran el llamado Paseo Fluvial, el Parque Carlos de Mesa y el Paraje Natural Brazo del Este. El último se trata de una zona húmeda protegida en la que predominan especies vegetales como el carrizo, la espadaña, el junco y la castañuela, y especies animales como el calamón, la cigüeña común, la garza imperial y la garcilla cangrejera. En el Parque Carlos de Mesa, interesante yacimiento arqueológico, se encuentra el llamado Cerro de San Juan, desde donde se puede obtener una de las estampas más bonitas del pueblo, con el Guadalquivir y la vega sevillana de fondo, y donde se encuentra la Ermita de San Juan Bautista o del Cristo de la Vera Curz.

¡Albures!...


De sus platos, el más tradicional es el albur, pescado que se cría en el Guadalquivir. También son propios de Coria del Río la caldereta de cordero, el potaje de garbanzos con gallina, los camarones y, de postre, las orejitas de habas.

El Guadalquivir por su paso por Sevilla.

El Guadalquivir es el único río de España con tráfico fluvial significativo, aunque en la actualidad sólo es navegable hasta Sevilla. En tiempos de los romanos era navegable hasta Córdoba. El Guadalquivir, al igual que otros ríos españoles, lleva junto a sus aguas buena parte de la historia más importante de este país. En sus riberas tomaron asiento distintas culturas que determinaron el curso histórico de la península. Las ciudades de Córdoba y Sevilla acogieron la cultura romana, cristiana y árabe. Sevilla, incluso, volvió a escribir otras páginas memorables durante el tiempo que duró la conquista de América y su posterior colonización.

Sevilla 2010.

Barcos en Sevilla.








lunes, 3 de mayo de 2010

Cruz de Mayo en Almonaster la Real. Huelva.




Las tierras del extenso término de Almonaster muestran huellas y restos materiales de la presencia de pobladores desde épocas muy remotas, como lo atestiguan los múltiples restos arqueológicos localizados en su municipio. Los orígenes de Almonaster son romanos. De esta época son los capiteles, fustes y un ara funeraria encontrados en los alrededores de las ruinas del castillo que se asienta sobre unos muros de fabricación latina. En el siglo VII, en época visigoda, la población se relaciona con un establecimiento religioso, y se construye la basílica-monasterio, sobre la que se asentará la futura mezquita musulmana. Pero hasta el primer tercio del siglo IX no encontraron la primera cita escrita de Almonaster, dada por el geógrafo musulmán Abu Ubaid al Bakri, durante el emirato de Hakarri B. Hisam. Probablemente, el topónimo actual de Almonaster deriva del vocablo al-Munastír, como en el lenguaje hispanomusulmán se denominaba a los viejos monasterios cristianos.

Las Cruces de Mayo de Almonaster la Real.







Las Cruces de Mayo de Almonaster la Real es una fiesta declarada de interés etnológico que se celebra en torno al Primer Domingo de mayo.

La Fiesta de las Cruces de esta localidad, con orígenes en el Siglo XVII, es una de las más antiguas de toda la Sierra. Las Cruces son junto a la Romería de Santa Eulalia, las fiestas más representativas de Almonaster la Real y una de las más interesantes de toda la Comarca.

Las dos Hermandades existentes en el municipio: la Cruz del Llano y la Cruz de la Fuente, mantienen desde siempre una "rivalidad" en todo lo concerniente a la fiesta; estas jalonean y defienden durante cuatro días su Cruz.


Religiosamente, parecen tener su origen en el hallazgo por Santa Elena de la cruz donde murió Cristo, pero lo cierto es que el arraigo popular de la fiesta proviene de ciertas celebraciones de los romanos.

La historia, con mucho de leyenda, narra como en el emperador Constantino I el Grande, en el sexto año de su reinado, se enfrenta contra los bárbaros a orillas del Danubio, en una batalla cuya victoria se cree imposible a causa de la magnitud del ejército enemigo. Una noche Constantino tiene una visión en el cielo en la que se le apareció brillante la Cruz de Cristo y encima de ella unas palabras, "In hoc signo vincis" (Con esta señal vencerás). El emperador hizo construir una Cruz y la puso al frente de su ejército, que entonces venció sin dificultad a la multitud enemiga. De vuelta a la ciudad, averiguado el significado de la Cruz, Constantino se hizo bautizar en la religión cristiana y mandó edificar iglesias. Enseguida envió a su madre, Santa Elena, a Jerusalén en busca de la verdadera Cruz de Cristo. Una vez en la ciudad sagrada, Elena mandó llamar a los más sabios sacerdotes y logró hallar el lugar donde se encontraba la Cruz, pero no estaba sola. En el monte Calvario, donde la tradición situaba la muerte de Cristo, encontró tres maderos ensangrentados ocultos y para descubrir cuál era la verdadera cruz donde falleció Cristo, colocó una a una las cruces sobre personas enfermas, e incluso muertos, que se curaban o resucitaban al tocar la cruz que había sido la de Cristo. A partir de ahí nace la veneración a la Santa Cruz, ya que Santa Elena murió rogando a todos los que creen en Cristo que celebraran la conmemoración del día en que fue encontrada la Cruz


El origen de Almonaster se relaciona con un establecimiento religioso de la época visigoda próximo al actual fortaleza. Este asentamiento fue ocupado prontamente durante la dominación musulmana.

La ocupación musulmana dota a la ciudad de mezquita en el Siglo X y de una población circunscrita al recinto amurallado. En 1267 Almonaster pasa, junto con el resto de la Sierra, a formar parte del alfoz de Sevilla, viéndose inmersa en las refriegas fronterizas con el reino de Portugal.

Almonaster cambió numerosas veces de status y propietario. Fue señorío eclesiástico entre 1285 y 1574, villa de realengo hasta mediados del siglo XVIII, en que es vendida a un privado, para recuperar la corona su soberanía a finales de este siglo. A lo largo de estos años de ocupación y repoblación, los habitantes de Almonaster abandonan la fortaleza y el caserío se extiende al llano próximo, lo que aumenta la población de las "cortes" o aldeas agrícolas.


Jornadas de Cultura Islámica

En el siglo XIX, el municipio pasa a depender administrativamente de la recién creada provincia de Huelva y se inicia, ya en la segunda mitad la explotación de los recursos mineros existentes al Sur del termino. Se originan allí numerosos núcleos de población, algunos con vida efímera, y otros que subsisten pese haber sido clausuradas las minas.



Las fiestas de la Cruz son quizás una de las manifestaciones folclóricas más atractivas de la Sierra. Se celebran en Almonaster el primer fin de semana de Mayo, en la aldea de Veredas el segundo, y en la de Agua Fría el último de Abril (Estos dos son variables). El ritual de las fiestas de las cruces de Almonaster es muy complejo, con características diferentes entre la Cruz del Llano y la de La Fuente, pero tienen como factor común el rico y competitivo exorno que realizan de las cruces y aledaños, el protagonismo de la mujer en estos rituales y la riqueza y colorido de los cortejos que tiene lugar en la mañana del domingo.

La fiesta tiene distintos momentos, el domingo de chubarba, la tarde de flores, la noche de los pinos, el romero o domingo de cruces -que es el acto más vistoso-, el lunes de cruces y las giras, en un largo y complejo ritual.